Y después, un día, la luz, el llanto,
no de sufrimiento, sino casi de conmoción.
La mano de Dios sobre una nueva alma;
otro proyecto de amor de Nuestro Señor.
Y una nueva vida empieza a caminar,
entre piedras y hierba, entre espinas y rosas;
habrá días en los que querrías dejarlo todo,
días en los que habrías preferido no existir,
en los que descubrirás haber elegido la cosa equivocada,
creyendo no poder hacer más nada.
¡No!
No, no te canses, confía en Dios…
…Y ahí encuentras el amor,
encuentras la vida y la esperanza para el que, como tú, ha sufrido y sufre.
Después de un día de enfermedad, te sientes abandonado, pero no es así.
Todavía encuentras la fuerza en Él;
así vivirás durante toda tu vida, entre altos y bajos,
entre alegría y sufrimiento, entre gracia y pecado…
Un día un velo sutil te devolverá al Creador
y de nuevo el llanto, un llanto todavía de conmoción
si has vivido con Él: empieza una nueva vida, la verdadera.