Sábado 2 de abril… ¿Y después? Juan Pablo II se ha apagado, ha terminado su camino de Fe en la Tierra, para irse con el Señor.
(…) La muerte es una suave sábana que Dios usa para llevarnos a Él, la libertad del pecado, un soplo de amor que dice “ahora déjate llevar y fíate de Mi”. Karol Wojtyla lo sabía bien y por eso ha vivido siempre confiando en el Señor (“Totus Tuus”), siempre fiel a Dios, única respuesta a la pregunta “¿Qué hay después de la muerte?”. Como Jesucristo nos ha enseñado con su pasión, el “Pontífice de todos” siempre ha sabido abrazar la cruz, sobre todo en el sufrimiento, plenamente consciente de que el camino para la salvación es una: el Hijo de Dios, Jesucristo nuestro Señor. Juan Pablo II ha vivido toda su vida con Dios para darnos ejemplo, un ejemplo a seguir su queremos tener la alegría de la vida verdadera: “Abrid las puertas a Cristo”.
Todo el mundo está de luto por la muerte del “Papa de los jóvenes”, pero, en realidad, esta no es tanto la muerte de un hombre sino el triunfo de una vida basada en el amor hacia Dios. Es justamente esto, creo yo, lo que nos debe consolar, porque es el mismo Juan Pablo II el que quiere entrar en el corazón de cada uno para invitarnos a amarnos. Karol Wojtyla ha sido un gran Papa; ha sabido tocar los corazones de los poderosos y al mismo tiempo ayudar a los más pobres, buscando siempre enviar un mensaje de paz a corazón de todos.
(…) Lo que espero realmente es que la vida de Wojtyla sea la gota que horada la roca, una flecha de amor que, golpeando el corazón de cada uno, pueda llevar a la salvación de tantas y tantas almas.
Como Jesucristo, también Juan Pablo II deja la tierra quedándose para siempre en el corazón de todos: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo”.
Acompañados de él, nos debemos poner en camino hacia el bien y en el bien, aunque el camino es empinado y desigual, aunque aparentemente el sufrimiento puede atacar nuestra alma. El consejo de Karol Wojtyla es sencillo y claro: “damose da fà, volemose bene!”. (nota para los traductores: esta última frase se deja en la lengua original, el dialecto romanesco)
Matteo Farina