Cuando sientes que no puedes hacerlo,
cuando el mundo cae sobre ti,
cuando cada elección es una crítica decisión,
cuando cada acción es un fracaso…
… y te gustaría tirarlo todo,
cuando el trabajo intenso te reduce al extremo de la fuerza,
restándote tiempo para cuidar de tu alma,
amar a Dios con todo tu ser y reflexionar sobre su amor a los demás.
Cansancio. Aprietas los dientes… sin embargo, no puedes hacerlo.
¿Dios te ha dejado solo? ¡No!
En silencio está siempre a tu lado enjugando tus lágrimas
y extendiéndote sus brazos,
hasta que no tengas la fuerza de caminar con tus pies,
sosteniendo con vigor tu mano. Cansancio.
“Acurrúcate” humilde entre sus brazos
y allí estarás protegido hasta que vuelva el buen tiempo.
Volverás entonces al brillo de Su amor,
dando también un cariño, una sonrisa,
tu pequeña contribución para ayudar a quien está contigo
en la dificultad, en la fatiga; llévalo a Dios…
él también se levantará de nuevo con Nuestro Señor a una vida de amor.
(Matteo Farina, Siervo de Dios)